Cientos de vieiras emergen de las negras aguas. Las capturas de la noche son buenas, pero la felicidad no es plena para el capitán francés del «Chant des Sirènes» en los tiempos del «maldito Brexit», que le hundieron en la incertidumbre.
Pascal Delacour, de 52 años, aprovecha el buen tiempo y una marea favorable para encadenar las capturas en la bahía de Granville (noroeste de Francia), donde empezó hace casi 40 años a las órdenes de su padre antes de convertirse en jefe.
Tras descargar un cargamento de moluscos, el arrastrero verde y blanco, flanqueado de dos sirenas en la proa, regresa al mar para pasar la noche a pocas millas de la isla británica de Jersey, situada frente a las costas de Francia.
A medianoche, lanzan las primeras redes para «pescar un poco de lenguado» y otros habitantes del arenoso fondo como rayas y sollas. El pescado se clasifica por especie y tamaños –«24 centímetros reglamentarios para el lenguado»–.
La cubierta se enjuaga con abundante agua después de cada subida de capturas, a la que sigue una pequeña cabezada en el camarote para los marineros Sylvain y Johnny.
El capitán, dotado de sentido del humor, fuma y bebe café. Le gusta tanto pescar como hablar de ello, sentado en un sillón que comparte con su perra Opale, que espera tranquila su ración de vieiras frescas.
– «Vivas y crudas» –
Pascal Delacour piensa que «hay que educar realmente al consumidor» que confunde las zamburiñas con las vieiras. Estas últimas, «hay que comprarlas vivas, en sus concha, y comerlas crudas».
«Y cuidado, la concha de la bahía no tiene coral rojo», que aparece durante la época de reproducción, cuando la pesca está prohibida.
Este es el secreto de los pescadores de la zona. «Cuidamos nuestros recursos», «hace años que se instalaron cuotas y períodos de pesca», de octubre a mediados de mayo para las vieiras.
«Y sembramos a lo largo de las costas con crías que compramos con el comité [regional de pesca] en un criadero de Finistère», explica Delacour. «Hay zonas que dejamos en barbecho para darles tiempo a crecer».
Este año, «el rendimiento se ha disparado, los recursos se han triplicado». «Hace diez años, pescaba la mitad y pasaba cuatro veces más de tiempo».
En el puente, tras tres capturas de peces, llega el momento de sumergir las dragas, una especie de malla metálica con dientes que barre el fondo para recoger el marisco.
A las 06H30, una montaña de vieiras irrumpe en la cubierta en una explosión de alegría. Decenas de centollos atrapados son devueltos al mar, ya que la temporada de pesca de cangrejos «empieza dentro de unos días».
En este comienzo de temporada, los moluscos se venden entre 2 y 2,5 euros el kilo en la lonja de Granville, primer puerto de Francia para estos animales. «Las temporadas son desiguales», explica Pascal Delacour, quien, según los meses, paga a sus marineros entre 1.500 y más de 4.000 euros netos (entre 1.730 y más de 4.630 dólares).
– «Licencias no garantizadas» –
«Los ingleses tienen envidia de nuestras vieiras ya que el recurso se vuelve escaso en sus aguas. No quieren hablar de veda biológica en ningún producto ni de cuotas», afirma.
Pascal Delacour, primer marinero francés que obtuvo una licencia de Jersey en el marco del nuevo acuerdo posbrexit, añora los días del «mar común», cuando los pescadores de la región gestionaban entre ellos los recursos.
«Los ingleses exageran», pero su rabia se centra sobre todo en las autoridades francesas. «Nos aseguraron que el Brexit no cambiaría nada», pero «el resultado es que nuestras licencias no están garantizadas y, para aquellos que como yo tienen la oportunidad de tener una, no sabemos nada de las futuras modalidades: qué especies, durante cuántos días y hasta cuándo».
A las 10H00, los últimos moluscos suben a la superficie. Las aves siguen el rastro del «Chant des Sirènes». «¡Es bello, verdad!». Pero «para mí, el Brexit ha vuelto a tirar los dados. Si resulta que no puedo traspasar mi licencia, no me jubilaré. Mi barco no irá jamás al desguace».
«Es un oficio que hacemos con pasión», subraya. A ojo, asegura que capturaron 1,3 toneladas de pescado y marisco. En la lonja de Granville, la báscula de la mañana se detendrá en 1,290 toneladas.
Fuente: SB/TJC/ZM