Los defensores del ‘Brexit’ incluyeron siempre entre sus promesas una que les otorgó la mayoría de los votos entre el sector pesquero británico, pequeño pero políticamente importante en algunas regiones, sobre todo al sur de Inglaterra. Les dijeron que tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) las aguas británica serían exclusivamente para los pesqueros británicos, salvo en el eventual escenario de un acuerdo sobre pesca con la UE que por ahora parece fuera del alcance de los negociadores. Si el 1 de enero no hay acuerdo, ningún pesquero europeo podrá faenar en aguas británicas.
Esa era la idea general que se tenía del futuro de la pesca europea en aguas británicas hasta que el representante belga en el Coreper –el órgano que reúne a los diplomáticos de los Estados miembros acreditados ante las instituciones europeas- sacó un documento de 1666 titulado ‘Privilegie der Visscherie’ (Privilegio de los pescadores) y descubierto en los archivos de la ciudad de Brujas en 1963 después de más de un siglo olvidado tras un primer uso a mediados del siglo XIX.
El ‘Privilegie der Visscherie’ fue una prebenda que en 1666 otorgó el rey inglés Carlos II a la ciudad flamenca de Brujas como agradecimiento por los tres años (1656-1659) que había pasado en ella. Ese documento establecía que 50 pesqueros de la ciudad flamenca de Brujas podrían faenar sin límites “y por la eternidad” en aguas inglesas. Brujas no es puerto de mar pero por sus canales los pesqueros y gabarras pueden salir al Mar del Norte a través del puerto de Zeebrugge.
El representante belga en el Coreper presentó su alegato después de que el presidente de la región de Flandes, Geert Bourgeois, apareciera en la televisión pública flamenca VRT con una copia del documento original. La diplomacia belga intenta ahora que Londres haga honor a la promesa que hizo hace 354 años un rey inglés.
Carlos II de Inglaterra, huésped agradecido de Brujas
Carlos II vivió fuera de Inglaterra como refugiado desde que fue expulsado en 1651 por Oliver Cromwell. Tras pasar por París y Colonia intentó llegar a Bruselas pero no pudo por la negativa de Felipe IV de España, que no quería enemistarse con Cromwell. La solución fue permitirle residir bajo anonimato en Brujas, una de las ciudades más importantes del entonces Flandes español.
Tres años después, en 1659, cuando Richard Cromwell sucedió a su padre Oliver, Carlos II volvió a Inglaterra y en 1660 recuperó oficialmente el trono. Seis años después, Felipe IV envió a Londres como embajador a uno de los amigos que Carlos II había hecho en Brujas, el español Arrázola de Oñate. Su misión era negociar un tratado. Aquel tratado se perdió pero entre sus cláusulas aparece el ‘Privilegie der Visscherie’.
1849, primer uso del Privilegio
La validez de aquel privilegio ya puesta en práctica en dos ocasiones. La primera fue en 1849. El joven Reino de Bélgica negociaba una convención de pesca con el Reino Unido. Londres quería que sus pesqueros tuvieran acceso exclusivo a sus aguas hasta tres millas a partir de su costa. Bélgica quería que sus pesqueros pudieran pescar sin limitaciones geográficas.
La Cámara de Comercio de Brujas recordó al Gobierno belga la existencia del ‘Privilegie der Visscherie’. El Gobierno británico aseguró que ni tenía constancia de la existencia de aquel documento, pero terminó por reconocer su validez con condiciones: exigía que si algún pesquero belga era arrestado podía en ese caso alegar el Privilegio ante los tribunales británicos.
Bélgica no siguió ese camino y firmó la convención que había negociado, pero dejó una reserva: “sin prejuicio de los derechos que los pesqueros belgas podrían conseguir de las cartas del rey Carlos II”.
1963, el concejal que quiso ser detenido
La segunda vez fue en 1963. Ese año, Victor Depaepe, concejal de Brujas, escribió a los gobiernos británico y belga advirtiéndoles que quería ser arrestado pescando en aguas británicas para poder ser llevado a un tribunal británico y reclamar los derechos que le otorgaba el ‘Privilegie der Visscherie’.
El 8 de julio de 1963, su pequeño pesquero, bautizado como ‘Rey Carlos II’ se adentró en aguas británicas. Bourgeois explicó el caso: “Sabía que iba a ser detenido por los británicos y esperaba ser llevado ante un tribunal. Pero no sucedió”.
Una patrullera británica se acercó al pesquero y lo obligó a navegar hasta puerto inglés. Depaepe, como quería, fue arrestado, pero los británicos se habían dado cuenta. El concejal fue puesto en libertad y se le permitió volver a Bélgica sin más procedimientos porque la Justicia británica descubrió que ese ‘Privilegie der Visscherie’ era todavía legalmente válido.
Fuente: Nuis Diario