El sector pesquero español -tan dependiente se mire como se mire de los caladeros británicos de Malvinas y Gran Sol- no sabe realmente a qué carta quedarse en relación a la salida de la Unión Europea (UE) del Reino Unido.
Los vaivenes que se producen desde el malhadado momento en el que las autoridades británicas propusieron el conocido como brexit no han contribuido, y menos todavía en el momento actual, a calmar los ánimos. Se extiende, y de qué manera, la creencia de que la salida del Reino Unido de la UE va a ser para la cadena pesquera española de buques que faenan en los caladeros de Gran Sol y Malvinas dura y a las bravas. Sobre todo, por la dependencia de la mayor parte de la flota española integrada en sociedades mixtas hispano-británicas o buques con capital español abanderados en terceros países. Unas 130 unidades pesqueras afectadas, de las que 96 faenan en Gran Sol y las 34 restantes en aguas de las islas Malvinas cuyas capturas repercuten significativamente en el puerto de Vigo, especialmente las procedentes del Atlántico sur, que son el 27 % de las importaciones del puerto olívico (80.000 toneladas en el año 2018, con un valor de 200 millones de euros).
Ante una salida abrupta, es decir, sin acuerdo del Reino Unido de la estructura de la UE, el sector pesquero español se vería obligado a reivindicar los derechos históricos (que en otros casos no se han tenido en cuenta por parte comunitaria, en buena medida por inducción británica) de la flota de España que faena actualmente en sus aguas para que pueda sostener su actividad durante al menos los siguientes dos años. Este período de tiempo haría posible la negociación de acuerdos con los británicos, con los que en la actualidad los españoles comparten no menos de un centenar de stocks.
Esas 130 unidades de pesca españolas en caladeros del Reino Unido son, al tiempo que un desahogo para la industria pesquera española -destacadamente para la gallega- un gran hándicap por el peso que la dependencia genera en el sector pesquero nacional. De ahí la enorme intranquilidad existente en la Comunidad gallega carente desde hace muchos años de alternativas a los caladeros británicos.
Fuente: Faro de Vigo